– Buen día maestro, mi nombre es Jenli  y vengo de un monasterio del otro lado del país,

soy un seguidor del Tao y me gustaría estudiar aquí.

-Vaya y ¿qué te gustaría estudiar?

– En mi humilde opinión no es a mi a quien corresponde decidir eso. Creo que sería una falta de respeto hacia vuestra persona.

– Bien. Entonces insúltame.

– No puedo hacer eso.

– Acabas de decir que no quieres faltarme al respeto y sin embargo después de pedirme consejo, no aceptas mi palabras como buenas y no sigues mis indicaciones. Ahora es cuando realmente me faltas al respeto… Está bien ¿Por qué quieres estudiar aquí?

– Cuando llegue a este valle, encontré que todo el mundo me recibía con una sonrisa, escuchaban mis enseñanzas con atención y al finalizar seguían con sus labores como si mis palabras ya las hubieran escuchado antes. Por todas partes recibía una cordial bienvenida y un sincero agradecimiento por mis palabras. No había sorpresa, ni curiosidad por saber si había algo más. Como si todos ellos fueran ya sabios antes de mi llegada. Después oí grandes alabanzas sobre este monasterio y sus enseñanzas y supuse que esa era la razón de gente tan extraordinaria.

Mi maestro me dijo que debía salir a recorrer el mundo para transmitir las enseñanzas del Tao que el me transmitió y algo de lo que he vivido en este valle se me hace incomprensible y extraordinario, por eso quiero aprender.

–      Bien, por lo que dices, si he entendido bien vienes a estudiar sobre el respeto y la humildad. Una sabia decisión. Puedes empezar cuando quieras.

Humildad y respeto son dos palabras sobre las que todo el  mundo debería reflexionar.

–      No veo cuando he escogido yo esas nobles palabras, sólo dije que quería estudiar.

–      Hablas de respeto pero no asumes sus consecuencias y te has negado a insultarme como te lo he pedido. Cuando sepas porque el negarte a insultarme ciertamente no es una falta de respeto comenzarás a comprender que es el respeto.

Por otro lado hablas de humilde opinión pero quieres imponer tus enseñanzas a los demás. Yo empezaría por preguntarme si mi humilde opinión es humilde desde mi verdadera naturaleza o sólo repito una actitud aprendida de otros que considero más sabios que yo. ¿Reprimes tu soberbia o eres realmente humilde?

Como ves, si quieres estudiar, tu mismo has elegido y no necesitas quedarte con nosotros a estudiar, puedes ir a cultivar los campos, amasar la harina o lo que tengas por gusto hacer y practicarlos con respeto y humildad.

–      Antes de partir, podríais maestro, darme vuestra respuesta a porque al negarme a insultaros contraviniendo vuestra voluntad, no es una falta de respeto.

–      Si decidieras insultarme en contra de lo que consideras correcto estarías faltándote al respeto a ti mismo. ¿Cómo podrías respetar a otra persona si ni siquiera te respetas a ti mismo?

Con humildad cultiva la sinceridad porque la mentira es el mayor enemigo del respeto y

la ignorancia es el mayor enemigo de la mentira.

Haz caso a tu maestro y conócete a ti mismo.

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