Tao

KUN (Tierra)

El I Ching dice:

El estado de la tierra es la receptiva entrega.
Así el noble, de naturaleza amplia, sostiene al mundo externo.

El cuento cuenta:

– Madre ¿ Por qué nosotras caminamos todo el día en línea recta, mientras padre y hermanos andan de caza para aquí y para allá?
– Confiamos en la manada y la seguimos fielmente ¿Ves la anciana yegua? Ella guía a sus hermanas y nosotras las seguimos.
– Creí que era el gran semental el que guiaba la manada.
– El no sabe donde están los pastos. Sólo vigila, por ello se separa y te parece el guía. Nuestros hombres cazan pero no conocen las señales que indican donde instalar los campamentos. Mira ya hemos llegado. La cabaña sigue en pie.
– Parece que todavía no ha llegado nadie. Las puertas están abiertas.
– Fíjate bien hija. Sólo las puertas del sur y del oeste están abiertas. Así los viajeros cuando llegan sabrán de donde llegan. Si el viajero no conoce el significado de las puertas será que no pertenece a ninguna de las cuatro familias y podría ser un enemigo. Al este está el mar y al sur vivimos nosotros por ello al Norte y al Este están cerradas, manteniendo una prudente distancia…

– Abuela. No entiendo por qué todos los años antes de volver al sur recomponemos la cabaña piedra a piedra y luego la dejamos con las puertas abiertas teniendo que volverla a arreglar cuando volvemos en verano.

– Ya te expliqué lo que mi abuela aprendió de su abuela sobre el significado de las puertas. Esta no es una casa de piel como la que utilizamos en los viajes. Esta es sólida y de piedra con dos puertas abiertas. Puertas por las que pueden entrar no sólo los hombres sino también los animales. Puertas por las que se puede entrar y se puede salir. La cabaña recibe a todos y a todo sin distinción. Si un hombre se ha perdido y viaja con su yegua podrá confiar en ella y dejarse llevar porque ella sabrá encontrar el refugio. La cabaña con las puertas abiertas podrá recibir, proteger y sostener a todo lo que fuera de ella sepa que para vivir hay que morir y que para morir hay que vivir.

– Y ¿Si la invaden las malas gentes del norte?

– No existe gente mala o buena. Solamente maneras de actuar buenas o malas según el caso y la cultura. Y aunque sean enemigos ¿Qué mal puede haber en resguardarse contra el frío en una cabaña vacía? Por ello las puertas están abiertas para todo el mundo…

– Madre llevamos días caminado entre nieblas impenetrables. Hemos dejado atrás a la manada. Creía que era importante seguir a la yegua más anciana.
– Eso hacemos. Mira los rastros.
– Pero esta, es una yegua moribunda.
– Sí, pero hasta ahora era la lider y quiero saber porque ha abandonado la manada. Estamos pisando escarcha y en nuestra tierra es la hora de recoger los frutos. Aquí parece que el invierno ha llegado ya. Debemos estar bastante al norte. Cuando se disipe la niebla lo sabremos. La yegua ha parado. Este es el límite antes de perdernos en el gran hielo, del que nadie vuelve. Este es el lugar. Con su muerte está marcando los límites entre la vida y la muerte a la manada. Aquí es donde construiremos una cabaña similar a la del Este.
– ¿No deberíamos llamar a los demás? Si nos quedamos aquí moriremos.
– Si nos quedáramos aquí esperando, confiando en que la naturaleza nos proveyera de alimentos como lo hace en el sur, moriríamos, pero como sabemos por la escarcha que el invierno se aproxima y la muerte acecha con él, nos prepararemos. Congelaremos la carne de la yegua muerta y acumularemos leña suficiente para los días malos y en los días buenos podremos construir la cabaña. Tenemos todo el invierno para hacerlo nosotras. Poco a poco, sin prisas y en primavera el clan tendrá una nueva referencia para los nuevos límites. No necesitamos el permiso del rey. Sabemos que es lo correcto. Nuestra obra estará formada por pequeñas piedras. Será un primer paso y más adelante ya se verá. Si el rey lo considera conveniente, con sus hombres podrá hacer otros edificios de grandes piedras…

– Maestra, el país está en guerra y nosotras permanecemos aquí en este monasterio erigido por los reyes. Aquí se podría refugiar y proveer a nuestras tropas.

– Acompáñame por favor. ¿Qué ves?

– La capilla cerrada.

– Tú ya sabes que la tradición dice que las puertas del Sur y del Oeste deberían estar abiertas. Sin embargo en estos tiempos convulsos las puertas cerradas son símbolo de nuestra postura. Hemos borrado los caminos que conducen al monasterio. No por ello dejaremos de atender a todo aquel que pida ayuda. Sea amigo o enemigo según tu pareces distinguir. No debemos lealtad a ningún rey que se aparte de lo correcto. Los reyes de antaño crearon este monasterio para acoger a sabios capaces de iluminar los caminos que el ser humano recorre, no para servir los propósitos oscuros de los hombres. La oscuridad cuando olvida el verdadero sentido de ser el receptáculo de la luz pierde su capacidad de dar a luz. Y la luz cuando pierde el verdadero sentido de creación y se recrea en la destrucción pierde su capacidad de iluminar a lo creado. Para no repetir errores del pasado, mantendremos las puertas de la casa, de la capilla, de la tierra ocultas a los dragones de la guerra y trabajaremos la tierra para que sus frutos puedan sanar las heridas y borrar las cicatrices del tiempo de la desarmonía, hasta que la luz y la oscuridad se traten como hermanas.