Tao

CHIEN (cielo)

Dice el I ching:
– Lo creativo obra elevado logro propiciado por la perseverancia.
– Pleno de fuerza es el movimiento del cielo.
Así el noble se hace fuerte e infatigable.
– Dragón cubierto. No actúes.
– Dragón que aparece sobre el campo.
Es propicio ver al gran hombre.
– El noble es creativamente activo todo el día.
Aún por la noche lo embarga la preocupación interior.
Peligro. Ninguna tacha.
– Vacilante elevación sobre el precipicio. Ninguna tacha.
– Dragón que vuela sobre el cielo.
Es propicio ver al gran hombre.
– Dragón soberbio tendrá que arrepentirse.
– Aparece un conjunto de dragones sin cabeza. Ventura.

Cuenta el cuentista:

¡Paaa! Cuéntame otra vez de cómo venciste a los dragones.
Eso era cuando yo vivía al norte en las tierras inexploradas.
-¡Ya! ¡Yaa! Pero cuéntame.
En aquel entonces vivía en una casa rodeada de grandes prados, bosques y montañas.
– ¡Ya! ¡Yaa! Pero cuéntame.
– ¿Sabes, qué Chien nos indica perseverancia?
– Por eso, cuéntamelo otra vez.
Al principio no sabía de la existencia de los dragones. Estaban ocultos, pero al ser una tierra inexplorada, cada día ocurría algo nuevo e impredecible por ello yo siempre me mantenía alerta, sin actuar, observándolo todo con mucha curiosidad. Mi corazón me decía que algo importante estaba germinando en mi interior y de pronto un día descubrí al dragón aparecer en el campo.
Un gran dragón. Enorme, de gran fortaleza, esbelto, de movimientos suaves y elegantes. Con una mirada audaz y cautivadora, serena. Desbordante de una energía capaz de cualquier acción.
Sin embargo no dijo nada, no hizo nada. Yo espere . Pareció complacido y me hizo señales para que fuera a ver al gran hombre en la montaña.
En la cumbre no había nadie por lo que me senté en silencio. Un tiempo después, abrí los ojos y contemple el espectáculo de la naturaleza en todo su esplendor. El gran hombre me hablaba y me explicaba cual o donde sería el lugar más apropiado para el ganado o para el pueblo o para el molino o para el esparcimiento.
Con esas ideas surgió el primer pueblo de las tierras inexploradas. Yo visitaba al gran hombre en la montaña asiduamente y el guiaba mis pasos en cada una de mis meditaciones.
– Cuéntame Pa. ¿Cómo era el gran hombre?
– El gran hombre es aquel que no tiene nombre, es aquel que no puede pronunciarse, es aquel que es eterno, es aquel que es grande y es pequeño, los dos en uno. La unidad de ambos se denomina misterio. El enigma más profundo del misterio es la puerta por donde entran todas las maravillas.
– Cuanto misterio. Me encantan los misterios. Algún día igual yo también podré hablar con el gran hombre. Sigue. Sigue.
Trabajaba de día y de noche pues la alegría me embargaba y la gente me requería constantemente. Todos me consideraban un héroe.
Fue entonces cuando llegaron los otros hombres, los que también habían visto a los dragones en el campo y comenzaron las luchas. Al principio pequeñas pero cada vez mayores, más duras, más cruentas. En cantidad de ocasiones tuvimos que sufrir golpes y leyes que nos reprimían y encarcelaban en territorios cada vez más pequeños. Nuestro pueblo fue el único que pudo mantener sus propias leyes pero que de nada nos servían cuando íbamos a otros pueblos.
Yo luchaba como el que más y no entendía a los otros hombres que también veían a los dragones en el campo. Sus dragones echaban fuego y eran caprichosos. Llevaban a los hombres a la montaña a ver al gran hombre y volvían con nuevos poderes e ideas para construir y construir sin parar. Sin necesidad. Sólo por el placer de ser héroes.
Yo me creía diferente y contemplaba satisfecho mi obra. Un pueblo aislado habitado por los mejores luchadores de las tierras inexploradas. Independiente y orgulloso de su propia independencia.
Fue entonces cuando ví al dragón que vuela sobre el cielo. Al principio quise subirme sobre él pensando que un dragón volador podría vencer a los demás. A los que simplemente estaban en el campo.
Los otros hombres huirían asustados y nuestra tierra quedaría libre y a salvo de los otros. Volvería a ser el héroe que había sido.
Sin embargo la semilla que el dragón que vuela sobre el cielo había dejado en mi, no tenía nada que ver con el héroe y me llevó una y otra vez a la montaña para que la claridad de todos los amaneceres que el gran hombre me ofrecía, me guiaran. Sentado en silencio pronto llegó el arrepentimiento. ¡Qué iluso! Si mi dragón podía volar, porque no, el de los otros hombres y fue entonces cuando vi a un conjunto de dragones ocultos por todas partes. Invisibles a los ojos que no quieren ver. ¡Qué espectáculo! Dragones de todos los colores, volando, rizando el viento, peinando las nubes, iluminando las sombras. Dragones que no luchaban por convencer a nadie de esto o aquello. Dragones que con paso firme pero suavemente actuaban y construían caminos hacia el gran hombre que es quien inspira a los pequeños hombres para que construyan los puentes para una vida de respeto y equilibrio.
Así que ya ves que no vencí a los dragones sino que me uní a ellos. Hoy es el día que cuando voy al pueblo que yo fundé, muy pocos me recuerdan y vuelvo contento si veo que alguna persona ve al dragón que camina a mi lado y le acompaña a la montaña.
– Por eso me gusta este cuento. Para poder ver al dragón que está en ti Pa.