Tao

BUENOS DIAS

BUENOS DIAS

 

Clareando los verdes, apuntando los cobrizos. He despertado esta mañana y el otoño ya está en mi ventana.

El ajetreo del quehacer ha colapsado mis sentidos y por unos días el nuevo curso me ha desconectado de la libertad que la tierra me brinda cuando paseo con ella.

La preocupación, la ansiedad y los deseos brincando y saltando por mi mente. Tengo que, tengo que, tengo que…

Un futuro incierto que amenaza con tormenta, el cielo gris cenizo que en sus lomos de algodón disfruta del calor del sol que yo ya no recuerdo, inmerso en mis laberínticos pensamientos.

Un suspiro como el relámpago que precede al trueno, desahoga esta congoja y vuelvo a mirar por la ventana. Las ovejas ya han bajado de los altos pastos. En el cielo un águila ceniza planea contra la corriente cálida que remolonea en ascenso. Una ardilla saltea los avellanos, recogiendo sus frutos. Ella sabe de la riqueza del otoño. Alimento de la tierra cuando recogemos los frutos del verano.

Recuerdo el verano y una sonrisa se dibuja en mi rostro. Un saltamontes en el alfeizar me mira sin mirar y con otro salto desaparece.

Salto yo también, del pasado al futuro, un salto y otro salto. Estoy saltando, estoy bailando, mi cuerpo se sacude y despierta. ¡Ay! Ya me pesan los años y rompo a sudar. Sigo saltando un poco más en el otoño de mi vida y comienzo a reír sin parar. Del pasado al futuro. Cada vez salto más alto o cada vez me cuesta más saltar, no sé. Mi atención ya sólo esta en el salto no vaya a ser que me caiga. Cómo despego, cómo aterrizo. Estoy volando aunque mis pies no se eleven más que unos centímetros. Recorro la casa saltando. Un salto, otro salto, ya casi estoy. No sé donde, pero ya casi estoy. Un último salto. ¡Txaa, txannnn!

Me quedo quieto, jadeando, sintiendo, palpitando. Se abre una puerta y asoma un rostro, curioso. Sonríe. – Buenos días. – Buenos días respondo.

El presente luce radiante y a pesar de las nubes todavía siento el calor del sol en este otoño en ciernes.

Otoño para recoger lo útil y ceder a la madre tierra, a la calma, la carga que no podré acarrear en invierno.

 

Extracto de «Encuentros»

Bakthe